3.5/5 ★ – Seraloza7's review of Metaphor: ReFantazio.

Hay juegos que se despliegan como mapas antiguos, con sus arrugas y vacíos, con dragones dibujados en las esquinas para advertir lo que aún no se ha cartografiado. *Metaphor: ReFantazio* es uno de ellos. Es un mundo riquísimo, a veces incluso desbordante, que parece contener siglos de historia y símbolos ocultos en cada nombre, cada tribu, cada elección. Pero por debajo de ese pergamino bellamente ilustrado, uno percibe que falta algo. Que el mapa, por hermoso que sea, no está completo. Desde el principio se siente que hay una visión ambiciosa detrás, una que quiere hablar de política, de identidad, de poder, de sueños colectivos e individuales. Y lo logra... a medias. El arranque es potente, intrigante, incluso hipnótico. La primera mitad del juego, con sus descubrimientos lentos y sus dilemas morales presentados con cierta elegancia, parecía prometer algo que crecería hasta convertirse en una epopeya. Pero conforme avanzamos, esa promesa empieza a tambalearse. Hay algo quebrado en el ritmo. Lo narrativo y lo lúdico no siempre caminan al mismo paso. Algunos momentos importantes llegan de pronto, sin el peso que deberían haber acumulado; otros, que se anuncian como decisivos, se resuelven con una ligereza que desconcierta. Como si a la historia se le hubieran escurrido horas de desarrollo por alguna rendija invisible. Y cuando las piezas del tablero cambian —porque lo hacen, y drásticamente— uno no siempre siente que haya sido testigo de ese cambio, sino más bien un lector que se ha saltado sin querer varias páginas. El resultado es una experiencia discontinua. Hay segmentos enteros que parecen comprimidos, transiciones narrativas que no respiran, eventos que piden épica y reciben apenas una viñeta. El juego se mueve entre la introspección y la urgencia, y a veces se acelera como si alguien detrás estuviera diciendo: “no queda tiempo, sigue, sigue”. Y eso duele, porque lo que "Metaphor" logra cuando se detiene es precioso. El sistema de Arquetipos, las relaciones entre personajes, la forma en que cada tribu representa un conflicto interior distinto… Todo eso habla de una obra que ha pensado más allá del diseño, que ha querido construir un relato complejo, casi filosófico. Pero ese mismo juego, cuando corre demasiado, se traiciona. Aun así, me cuesta no valorarlo. Hay ideas aquí que no se ven en otros RPGs. Hay atmósferas que me acompañaron días después de apagar la pantalla. Hay detalles —en una música de fondo, en la forma de una silueta sobre una colina, en una conversación aparentemente banal— que hacen que todo el conjunto merezca ser jugado, aunque no siempre funcione. "Metaphor: ReFantazio" no es una sinfonía completa. Es una colección de movimientos brillantes, interrumpidos por silencios mal colocados. Pero incluso con sus huecos, incluso con sus acelerones, es un juego que arriesga, que apuesta por lo simbólico, y que a veces —solo a veces— acierta con fuerza. No es decepcionante, pero sí incompleto. Como esos sueños que al despertar recordamos con intensidad, pero sin poder hilarlos del todo. Hay grandeza en ese intento, sí, pero también una sombra de frustración. Quizá lo más valioso que deja Metaphor es esa extraña sensación de haber tocado una historia que no terminó de contarse —y aún así, haber sentido su peso.